
No veo
la luz que hubiese empapado al destino,
No siento
el fluir inevitable de los segundos perdidos
Te atrapas
en un carrusel sin estaciones ni sentido,
girando sin llegar,
sin salir,
sin trayecto.
¿Dónde está el sendero que solía ver desde mi ventana?
¿Dónde está la lógica en los escalones que subiría desde que dejé mi casa?
No siento
sentido
siguiendo quieta,
no tengo trayecto
al rozar la puerta.
No tengo alas
ni piernas
me quedo ciega.
Injusticia y soberbia
nublan la risa,
mis palabras apagadas
sus colillas vivas.
Se
que no hablo a nadie
mis ideas rozan algo,
no lo abren.
¿Quien vive dentro de mi piel?
Este dolor,
de oscura armonía,
celebra el funeral
de la niña que miraba desde casa
lo que pasa.
Acércate y saborea el mundo,
mas para cambiarlo,
dispuesto has de estar a perder tu todo.
Ética aguda,
prepotente,
se pasea hoy desnuda
por mi mente.
Conceptos grandes,
recordados,
abstracciones hermosas,
sin contacto real.
Todo lo que supe
lo supe sin hablar.
¿Por qué no existen palabras cuando más las necesitamos?